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Poesía

Mónica Vargas. Dos Poemas.

Tirachinas

Construimos nuestros botes,
cosimos nuestras velas,
y entrenamos las ganas
para que anticiparan olas altas.

Quedamos sin adiós.
Y no dejamos nada del esfuerzo
en evidencia.

No hicimos un poema
acerca de todo lo que vimos,
ni de las cicatrices en el vientre
o en los codos.

Zarpamos contra el viento.

Durante el viaje,
el tiempo lo empleamos
zurciendo las canciones
a todos los caminos que tomamos.

El mapa sería nuestro legado.

Y no planificamos
más allá del frío sobre la frente
en cada moribundo atardecer.

Sabíamos con certeza
los trazos de los astros,
a dónde marcharían las estrellas

antes de la furia de los vientos,
después del periodo de la oscuridad.

No sabíamos si podríamos regresar.

Es lo que hacemos siempre,
en tierra o en océanos.
Tomamos tirachinas y alguna piedrecilla.

Le apuntamos al cielo.

Y sin embargo, sabes

Entonces, el silencio.
Tu mano cierra el libro
y te preguntas

Cuánta hermosura serás capaz
de convocar, y al fin,
qué hacer con ella

Las palabras se desplazan contigo;
ya no las necesitas.
Las uvas han crecido.

Hay cosas que no puedes recordar,
cosas que aún no sabes
si eres capaz de amar.

Y luego, un ruego urgente.
Que un lápiz no haya escrito
lo que ahora has descubierto.

El miedo de que el miedo
no te haya destinado ya
al silencio.

Lo hermoso puede serlo
aun cuando no te pertenezca.

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