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Maria Sevilla París. Sin Concesiones.

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Coincidiremos, amor, en el ángulo muerto de los espejos retrovisores, y florecerán
incendios virginales para regalarnos el corte más tierno del terror.
Yo llevaré un congosto partiéndome de la garganta a los genitales y tú podrás
conducir toda la curva de mi cuerpo hasta el congosto adolescente
de mi deseo dentado. La noche: será tan honda como el frío
en los orfanatos. La noche: será tan alta como el grito de mis pezones.
La noche: será tan densa como la sangre chorreando caligrafías que escribirán
nuestros nombres contra el asfalto. Contra la eterna juventud del parabrisas,
¡amor! Coincidiremos en el ángulo muerto de los espejos retrovisores, y recogeremos
los sueños descabezados de motoristas degollando la mediana del terror.
La impotencia no será sino la cópula imposible de las líneas paralelas
sobre el plano. La autopista será una proyección de ketamina deformando
distancias y horizontes. La madrugada: una quimera inocente de salvación.
Mis muslos: la mordaza expiatoria de los coyotes. Nuestro impacto no hará
sino la exacta trayectoria desviada de tus erecciones, y escribiremos
nuestros nombres contra el asfalto. Contra la eterna juventud del parabrisas,
¡amor! Coincidiremos en el ángulo muerto de los espejos retrovisores, y recogeremos
los sueños fermentados de cadáveres desmembrando la cuneta del terror.
Yo seré el cáncer nocturno. Yo seré el siamés malvado. Seré Texas oxidada
mutilando la humanidad. Seré el sida. Seré el último desastre nuclear
y seré los ojos mirando Sodoma, seré los ojos sin párpados profanándote
la boca. Seré el jugo de lo indecible eyaculándote el caos encima
y seré: la mirada reculando la huella de tus órganos escribiendo
nuestros nombres contra el asfalto. Contra la eterna juventud del parabrisas,
¡amor! Coincidiremos en el ángulo muerto de los espejos retrovisores, y florecerán
incendios virginales para regalarnos el corte más tierno del terror.

***

Dote

La palma de una mano. Ofreciéndome.
La palma de una mano ofrece hiriéndome
la fiebre de este cuerpo que se entrega
desde el vientre: el mío, tembloroso,
que se entrega por la fiebre que mi cuerpo
temeroso, afianzado, no puede concederse.
La palma de una mano. Ofreciendo: me. 

***

Bleu, sagnant, à point, bien cuit

Cruda. Estoy viva, pero cruda. Mi
carne elástica me la imagino blanda y
resbaladiza entre los dientes. Poco digestiva.
Y mentirosa. La sangre me la figuro rosa
mezclándose con guarnición de base
láctica. Deslizante. Lechosa entre los dientes y
mentirosa. La pleura: dónde está.
El páncreas: dónde está. El bazo:
no lo sé. Tal vez derrama jugos y es
mentiroso como la mujer del mercado
que me promete el corte más tierno. Y yo tan
cruda. Estoy viva, pero cruda. Mi piel
elástica. Mi fractura vertebral.
Mis esfínteres. Mi obertura:
me paralizan. Me los imagino blandos y
resbalando entre los dientes. Poco digestivos.
Y mentirosos. —Cincuenta kilos de carne
por favor y que sea bien finita. Me la corta
justo a ras del precipicio. Justo al límite del
vértigo vascular:

mi vientre es

una sima. Tal vez derrama jugos y es
mentiroso como dios cocinándote la carne
cruda. Estás viva. Repugnante. Y cruda. 

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