13. Una entrevista de trabajo en una universidad, con tres hombres sentados delante de mí, al otro lado de la mesa. En mi currículum dice que estoy trabajando actualmente en un libro sobre el color azul. Llevo años diciéndolo sin escribir ni una palabra. Es, quizás, mi manera de sentir que mi vida está «en progreso» en lugar de sentirme como esa porción de ceniza que cae del extremo de un cigarrillo encendido. Uno de los hombres pregunta: «¿Por qué azul?». La gente me pregunta esto a menudo. Nunca sé cómo responder. No podemos elegir qué o a quién amamos, quiero decir. Simplemente no tenemos elección.
199. Porque desear olvidar lo mucho que amaste a alguien –y, luego, olvidarlo de verdad– puede asemejarse, a veces, a la matanza de una hermosa ave que eligió, por nada menos que gracia, hacer de tu corazón su hábitat. He oído que este dolor puede ser reconvertido, por decirlo así, al aceptar «la impermanencia fundamental de las cosas». Dicha impermanencia me desconcierta: a veces parece un acto de voluntad; otras, de rendición. A menudo siento que me mezo entre ambos (mareo).