Es un poema rico en imágenes,
pobre en diversiones.
Tranquilízate. No dura mucho tiempo.
No se queda. Es más ligero que un sollozo,
más fino que un tallo de amapola.
No pregunta nada porque no tiene lengua
ni garganta. No posee lo que nosotros
tenemos la suerte de aprender en el sótano
de ese castillo en ruinas llamado «infancia».
Entonces él camina incluso después de su fin,
en silencio, curvado en sí mismo como una larga
caña de azúcar.
Es un poema más viejo que el mar,
más pesado que los volcanes, ya que estaba vivo
mucho antes de que comenzara a escribirlo. Otros
pasaron con sus soles interiores,
construyeron monumentos, no lo recuerdas.
Tranquilízate. No estás obligado a seguirnos.
Contigo o sin ti caminaremos juntos,
una mano de carne con otra de lluvia
a medida que las nubes
arriba de las colinas se acumulan.
Es un poema sin consecuencias.
Cruza ciudades dormidas
y campos llenos de gente.
No busca la dirección correcta,
no se preocupa si hay que volver atrás,
él encontrará sin duda las herramientas necesarias
para cavar su propia tumba.
Tranquilízate. Está acostumbrado, sabe
lo que tiene que hacer cuando es el único en arder.
Cuando pasa, los perros se niegan a ladrar.
Es un poema que no renuncia. Más caliente
que un vestido de lana en una piel blanca,
más sólido que la tela de una vieja araña.
Se despierta temprano, a la hora en que los colegiales sueñan
que aún es domingo.
Tranquilízate. No tienes nada que temer
sino tu propia fiebre.
Él no busca contener la suya.
No toma decisiones importantes.
Es un poema desgarrado, poroso,
que se sacude la nariz con las sábanas. Tranquilízate.
No funciona, apenas si respira.
Sin embargo, yo sé, porque ya lo he sorprendido,
cuando me creía lejos, enferma o dormida:
en la noche, en la sombra, esconde las migas
de tu boca en los pliegues de sus mangas.
Categorías
Cécile Coulon. Tu Poema.
