Esta película de culto cumple 20 años. En ella su director nos conduce magistralmente a través de los cinco sentidos.
El gusto. La comida forma parte de la atmósfera del film. Los protagonistas aparecen comiendo varias veces, y la cámara nos muestra los alimentos con deleite.
El olfato. El humo de los cigarrillos es muy presente. Y podemos apreciar el aroma de los inciensos en muchas escenas.
El tacto. El juego de las manos que se rozan, que apenas se tocan, tal vez alguna caricia anhelante…
El oído. La banda sonora es perfecta. Las melodías emmarcan la acción de manera asombrosa. Y hay sorpresas para los hispano parlantes.
Y la vista. Todo está cuidado al mínimo detalle, y la cámara a veces se demora lentamente por momentos, fusionada con la música.
Es, en definitiva, una de las más hermosas historias de amor jamás filmada.