He salido a la calle
con los faroles encendidos
y al paso de los tranvías;
esta noche también hay mucha gente.
Camino yo a su lado,
entrado ya el invierno,
el corazón del gentío, inquieto, y, como sin razón,
deslumbrante todo y a la vez sombrío.
Sobre los edificios, en las profundidades del cielo,
la niebla permanece agazapada en silencio
mientras la alegría del pasado se entrega
sin reservas a una sonrisa estudiada.
No me apetece comer nada
ni tengo un destino definido,
el andén húmedo de la estación
es… todo cuanto ansío.