Pido una Coca-Cola y me quedo ensimismado
con unos cómicos andantes que llenan la plaza
metidos en fluorescentes uniformes del pasado. Un violín
ahoga un poco el ruido de los niños sobre las baldosas.
Destella una canción del ayer en labios del payaso,
se apodera de la bruma de insectos que sale
de la yerba, las flores mojadas. Estoy feliz,
todo está en su sitio, hay un frescor vivo en la materia,
una canción de cuna en la herida de los árboles.
Estoy feliz porque veo llegar a los niños riendo
con sus labios llenos de horchata, porque suena
la canción del payaso ya no viniendo de ayer
sino del viento de ahora que atrapa las chispas
de la fuente de colores que inunda la noche.
Estoy feliz porque creo que me miras
más allá del tiempo de ayer de hoy o mañana,
me miras desde una vida que no ha helado la muerte.
Desde tu fe en la sombra todo florece dos veces,
en mi memoria y en tu sed de no perderme.