
Hay gritos que no cesan, traspasan
las fronteras y la línea negra
del horizonte.
La fuerza de mi grito puede trepanar vuestro huesos secos y calvos,
sonajeros, timbales sin música para brindar.
Puedo estallar en el aire y llenaros de cascotes , de piedras, de astillas…
Si os acercáis puedo abrasaros en mi infierno sin mover un dedo.
Puedo llegar a tocar el sol y arder como una tea.
Caminar como una diosa caída en la miseria, como una vagabunda arrastrando harapos de años inciertos,
lamiendo las calles que pisan
los hambrientos, los acompañados, los pares, los solos, los insignes, los dementes los avarientos, los despojados…
Me rompí en mil pedazos y me volví a construir.
Me fui lejos para aprender a caminar,
caí, me levanté y aprendí a tropezar.
Me pregunto dónde se esconden la rima
dónde termina el verso.
Escribo y me juzgo, escribo y me juzgo
Tal…
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