No siempre me fío de este cielo
tan azul que parece dañar
las cosas. Árboles, flores, el mar
brillan con insistencia
peligrosa. Todo es plenitud.
Desnudos, enlazados: en paz al fin.
La noche. Nada más
el ruido de dos cosas: tu respiración,
el frigorífico.
Nuestros cuerpos son jóvenes,
a salvo descansan.
Por encima de nosotros
como el polen invisible, resuenan
aún las palabras de la disputa.