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Poesía

Blanca Fernández Soria. La Douce Quiétude de l’Hiver.

Hay un lugar

al que siempre vuelvo

cuando me siento fría.

Allí tengo un río que no fluye

y lluvia que se posa en la nariz

como el beso congelado de una flor.

El sol no es de verano,

porque necesito primavera,

necesito florecer

y sacudirme la nieve de encima.

Así que me tapo con todas las mantas

delante de la chimenea,

acurrucada en las notas de un piano,

y siento el crepitar del fuego

en mis venas.

Poco a poco reconstruyo

mis fragmentos perdidos

con un chocolate caliente

en una taza bonita,un libro ya renqueante

y una sonrisa amiga

de esas que curan el alma

y enseñan a amar

la dulce quietud del invierno.

La douce quiétude de l’hiver.

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