
Enero siempre nos trae una extraña melancolía. Una espera, una casa por construir, una torre de hielo por vigilar. Enero es el desgarro ovillado entre músicas y fantasías visuales. Una muestra de los lacerantes dolores del alma, una proyección del fiasco de la vida . El aplauso inoportuno de una lágrima inútil. Enero de incertidumbre oxidada envuelto en sueños y aleluyas, elefante de niebla, aullido de cierzo con hambre de luz, de sol, de día, de piel. Surtidor de tiempo deletreando añoranzas en el alero donde anidarán las golondrinas. Enero, cabeza de cometa apuntando la cara norte de los glaciares, regálanos una sonrisa eterna que alumbre la vida.