Que nos vamos haciendo
a cada paso y con lo que nos pasa,
a tu edad y la mía
no es ninguna sorpresa.
Que nos vamos haciendo
igual que un edificio o un suflé,
lo mismo que un poema. En el aire,
atravesando el aire,
de abajo a arriba el vértigo.
No hay recetas, al menos, que sepamos
ni planos ni estructura ni siquiera
un mapa que seguir,
certeros, con el índice
y caminar alegres al desastre.
Encontrarse no es más que el resultado
de innumerables pérdidas.
Las cuentas están claras:
si nos vamos haciendo y deshaciendo
en la misma medida,
el tiempo que nos queda por vivir
esta mañana es mucho
menor que lo vivido
y sin embargo existen otras cifras
con las que apuntalarse en el ahora:
Que sean siempre más las cosas que no dices,
que el silencio le gane el pulso al ruido,
que no pronuncie nadie
la última palabra.