Tuve un hijo y ya todo lo demás dejó de importarme.
Dejó de importarme el devenir de la poesía española.
Dejó de importarme la política nefasta y el olor a cruz.
Dejó de importarme estar o no estar, ser o no ser.
Incluso dejaron de importarme las sanciones fiscales.
Es posible que todo tenga una solución sin mí. Que
haya personas que actúen en mi nombre, y que mi yo
esté representado en un montón de yoes desconocidos.
Supongo que soy una persona que ha dejado de vivir
un yo contextualizado, para vivir un yo extraordinario.
Pocos campos han conseguido puertas. Pero eso, a mí,
ya no me importa. Porque tuve un hijo, y así vivo.
Categorías