te recuerdo niña:
desde que nos engendraron como peñascos
cincelados por la fuerza monstruosa de la vida
tirábamos roquitas al agua les dábamos un nombre
porque nos parecía cruel desprenderlas del suelo
y cambiar sus destinos seguramente ahora
que sólo te importa hablar con tus plantas a media mañana
o pasarte horas urdiendo el i ching para hallarte
te olvidaste de la intuición por la que elegiste
aquella piedra ovalada color azulado entre las sombras
de una noche extraña la acunaste jugando a la mamá
y dijiste no sé si llamarla raíz o sangre
¿tu necesidad de nombrarla habrá sido la urgencia
por encontrar el origen de la especie escrita?
sin querer remordíamos antepasados para modular
por primera vez el sentido de estar juntas
con los pies desnudos mojados a la orilla de aquel lago
ocupadas en ablandar con una sola palabra
lo que otros llamaron lava mineral tierra
memoria niña:
de pronto te nacerán huesos y deberás tallar
las cuerdas vocales para definir las manos
que te arrojarán al embalse de tus vibraciones ocultas