Sientes un impulso de quedarte desnuda
en mitad de la habitación,
de sentir el peso de tu cuerpo
contra la moqueta del suelo,
de tocar tu piel antes
de que sea invadida por la nada.
Los segundos corren.
Obediencia y gracia,
una orden que no sabes de dónde viene.
Te quedas quieta,
fijas los ojos de cristal en el cristal.
Afuera comienza a besarte lo oscuro.
Categorías