Miro atrás
en la espesura del tiempo
desando esta herencia en la niebla
las lunas y lunas perdidas me trago
pero sólo me alcanzan
para seguir errante en la sed
Me parte la boca la sal de la ausencia
y respiran
de blancos enigmas cubiertos
los muebles de la casa
su pena
Pálidos así
luminiscentes y extraños
mecidos por el viento marino
todo un bosque de extranjeros
con estos mismos ojos de pez lejano
pañuelos en alto
valijas en mano
desde la espalda turquesa del día
me llaman
Asoman confieso
sus picos amarillos
por los cuencos de los ojos
mis miedos
pero aún así
mordido de espanto
los brazos enancho hacia esos nos-otros
aquellos de entonces
que aún llevo
en el pecho enredados
Y por fin alcanza carnadura en el abrazo
el llamado
Y por fin desteje
de esta soledad de patria
la hiedra
su hielo.