Así como los nadadores se atreven
a tenderse cara al cielo
mientras el agua los conduce,
así como los halcones reposan en el aire
que los sostiene,
así quisiera yo lograr
la caída libre y flotar
en el profundo abrazo del Espíritu Creador,
sabiendo que no hay esfuerzo que obtenga
esa gracia que lo envuelve todo.
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