El mar, los botes, el sol.
Lo recuerdo todo.
Recuerdo esa pequeña felicidad.
El susurro.
Un parche en el cielo soleado, el ímpetu y la persecución de la felicidad,
la risa y la espuma del mar,
la fina arena y el barco de papel,
el viento cansado y la engañosa belleza.
Lo recuerdo todo.
Todo, en verdad todo,
hasta el momento
en el cual la noche se arrastró en la inquietud
y abrió la puerta de la soledad.