El Día Después
me encontraré contigo bailando
en las calles verdes
y en los campos verdes
donde la vida vuelva
y nos convoque a su abrazo.
Y tú serás multitud,
serás comunidad,
serás pueblo
y serás bosque.
(Nunca más yermos islotes,
unidades de consumo y producción.)
Y nuestra risa les gritará
que no dejaremos jamás
que nos vuelvan a decir que NO,
que no es factible,
que no es realista,
conveniente o necesaria
la Utopía
(es decir, la Vida).
Puede que yo ya no esté,
porque ya muchos no estaremos,
pero aun así bailaremos
imparables, no olvidados,
en vuestras manos repletas de siembra,
entrelazadas en hiedra
entre las grietas
de este Gran Temblor,
reventando los muros
que nos separaron ayer
y que intentarán levantar mañana.
Y ese día extenderemos juntos la vacuna
contra la prisa y el rencor,
contra el puñal y el ansia,
contra el PIB y la tasa de interés,
y no dejaremos
tú y yo,
de nuevo NOSOTROS,
que nada, nunca,
vuelva a ser
lo mismo.