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Poesía

Kostas Vrachnos. La Casa De Mis Padres.

¡Cómo olvidar la casa de mis padres!

El naranjo -¿o era un limonero?- en la entrada,

la gran puerta de hierro -¿o era de madera?-,

el timbre anónimo que jamás funcionó,

las ventanas blancas -¿o eran tirando a gris?-,

las paredes, el techo, el suelo, ay, el suelo, el balcón,

los arañazos de las palomas en las verjas.

Cómo olvidar las distancias entre las muebles

y los ruidos escondidos,

el altillo -¿teníamos altillo?- con los adornos navideños,

la bodega -pero, ¿teníamos bodega?- con los vinos

que no bebimos y se pusieron amargos,

el jardín -pero, ¿teníamos jardín?- con el papagayo

que enterramos un mediodía.

Cómo, entonces, olvidar el olor a mi madre -¿o a quemado?-

en la cocina, con la nevera que asustaba a la gata negra,

la nevera que como todas las neveras

estaba caliente por detrás.

Y, al fin, cómo olvidar el parvulario de enfrente,

¿o era un cementerio?

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