Un poema se hace
con palabras lentas.
Protegidas por el balbuceo
de una gota de agua sobre el mar.
Hundidas en el refugio
de una rara decencia.
Amparadas por los espejos
que guardan lo que ven.
Ansiadas por el vicio
de dar nombre a las cosas.
Todo lo que ambiciona
el verso de los dioses
que más sabe de amor.
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